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As sol des carrer.

No se movía nada, todo estaba parado, esperando ante las atentas miradas de las enormes gaviotas que rondaban por la zona, la llegada de hordas de viajeros que se pensaban que eran trotamundos.  La falta de viento y el aumento de la temperatura y el sol cálido anunciaban el bullicio por el casco antiguo y las zonas cercanas al puerto. Ya se podían imaginar llenas las calles de gentes, atraídas por querer ver un paisaje que, por mucho que se lo imaginaran y contaran, no iban a poder conocer como realmente se conoce en el día a día, en lo cotidiano de las vidas de cada una de las personas, en la quietud de y frío del invierno, donde se dan situaciones que atronan un imponente silencio después de que el mercado de pescado cierre sus puertas a manguerazos de agua.  Un lugar en el que es impresionante cruzarse con los habitantes que rutinarios bajan a Sa Plaça a comprar hortalizas o pescado, que luego cocinarán tras sus verdes ventanas con marcos y contraventanas de madera.  Un lugar  ad
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Luces.

Una luz, un rayo de luz, un haz de rayos, que atraviesan todo el espacio a su paso hasta estrellarse contra el suelo lleno de hojas. Entran por la brecha y cruzan el dosel y llegan hasta el fondo del bosque donde se proyectan contra el suelo de forma oblicua dibujando extrañas formas.  Polvo, trocitos de plantas, de insectos, de suelo, de hongos, de nosotros mismos, partículas que respiramos. Se pueden ver flotando a través del rayo de luz, de su proyección, se les descubre flotando libres, hasta que salen de la luz y vuelven a desaparecer, invisibles, no hace viento. Tanta luz entra que difumina hasta los colores, hace que se confunda el marrón con el verde, el granate de la corteza de pino con el marrón de la tierra, en cambio las partículas de polvo que la cruzan, se pueden ver en un blanco perfecto, se aprecia su relieve, su forma irregular, su proyección, su rotación y su traslación incluso su trayectoria hasta desaparecer al cruzar la luz. Una parte brillante y otra oscura.

En compañía de nadie.

Una mañana más, al despertar y con mi rutinario desayuno de café con leche y tostadas en mano..... decidí coger mi cámara de fotos y lanzarme a la carretera con un rumbo un poco efímero y a gastar un poco de gasolina, para como solía hacer, disfrutar de mi soledad; algo que mucha gente teme y no entiende. La verdad es que mi soledad se estaba convirtiendo en mi mejor amiga, todo sea dicho, esto me gustaba, porque no necesitaba a nadie para estar acompañado, pero en parte me preocupaba un poco por la misma razón. No desearía que tanta soledad convirtiera mi manera de ser en una catapulta de rechazos a las relaciones extraindividuales en las cuales también, parecía que me convertía cada vez, más exigente con la gente con la que me juntaba. Era una mañana bastante fresca y yo, salía con mi coche, ahora sí, con una dirección ya pensada, un pantano al que hacía años no visitaba y que esperaba que trajera recuerdos de mi infancia. Por el camino, seguía pensando en mi soledad, pero esto se

Black Sand

Un bosque verde con grandes individuos, grandes lagos donde se refleja la frondosa vegetación que lo une y enmaraña, gran espesura de musgos y helechos parásitos de la fuerte humedad y las nieblas espesas que al amanecer lo envuelven todo. Muchos seres en él.  Sonaba el viento en las copas y  agitaba las ramas y los troncos y  parecía que  fuéramos o  estuviésemos libres, vivíamos enganchados de esas copas de árboles que nos hacían fuertes, de esas copas que nos alimentaban y nos siguen alimentando, aunque a duras penas. Nos colgábamos de unas ramas a otras, arrancábamos hojas y ramas pensando en que nunca se acabarían, hoy miro hacia arriba y son pocos los que despuntan y se desmarcan, los que ascienden hasta el cenit, son pocos los que también se adentran a descubrir el horizonte que tan lejano se ve, yo simplemente me dedico a ser normal, a no arriesgar, a no desayunar a la hora de cenar, a no cenar a la hora de almorzar, a no ver prostitutas a la luz del día en tugurios más propi

¿En qué meridiano estamos?

Y bajo un círculo de tela gigante o gigante circulo de gigante tela, pero azul, se posaban ellas, siluetas elípticas de la lujuria french con tonada británica y bikini de tela pero esta vez bastante menos gigante y menos azul pero más multicolor que las caras de los dos troncos que desde unos metros hacia el Este, miran lujuriosos postrados en sus toallas de tela azul bastante gigantes estas, imaginándose rodeados de agua azul y cielo azul nadando con tales ninfas de bikinis y despojados de sus telas ni gigantes ni azules ...

Galeón de roca.

Soplaban vientos que hacían ondear las pequeñas florecillas moradas, que tímidamente asomaban de entre las rocas, mientras la gente paseaba, tratando de ponerse a refugio de una acosante ventisca que parecía invadirnos en cualquiera de los rincones en donde uno pudiera esconderse. El paisaje rupícola daba indicios de lo que ibamos a experimentar fuera del habitaculo en el que nos encontrábamos, pero comó evitar salir a ver tanta belleza atacada por la ventisca, como si de un galeón herrante, en el estrecho de magallanes se tratara. Las imágenes grises y azules del paisaje, se llenaban de concordancia a manos de un estruendo zumbante que atronaba nuestros oidos y de las formas y tamaños de aquellos riscos que, nos empujaban a llegar hasta el final del camino, de tal forma que recordaba a un plano secuencia floydiano, lleno de psicodelia y emociones con olor a mar. Conforme nos íbamos aproximando a la punta del "barco encallado" la imagen del mar trae a nuestras cabezas hi

Momentos naturales

Unas cuerdas me separaban de la naturalidad de la creación de muchos años, del único espacio que se salvo de la masacre. Es alucinante pensar que lo que allí existía, llevaba habitando aquel precioso lugar una inmensidad de tiempo antes de que llegáramos y nos pensamos que son inferiores a nosotros, que podemos quitarlos y ponerlos a nuestro antojo, para hacer con su casa la nuestra, pensando que somos dueños de ese lugar que ellos llevan siglos morando a sus anchas, todo esto me hace pensar en mi viaje, en que me iba a encontrar, en quienes eran los habitantes que llevaban muchas décadas observando a, como yo, gente que viaja a la isla para disfrutar de los lugares que ellos forman, y que nosotros nos encargamos de destruir pensando que somos algo más de lo que son ellos, construyendo nuestras viviendas en lugares que nadie podrá volver a disfrutar ni recordar como esa naturaleza nos brinda, creando un lugar para demostrar un ego "esto es lo que soy porque esto es lo que tengo&qu